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domingo, 3 de mayo de 2009

Igual que en Liverpool

Adiós a la temporada


Finales de diciembre de 2004. El Real Madrid, en una primera vuelta catastrófica, perdía muchos puntos con respecto al Barcelona, había destituido a Camacho, había perdio la oportunidad de fichar a Xabi Alonso por doce millones de euros y su juego, a pesar de las figuras con las que contaba, distaba mucho de ser digno del Real Madrid.

Florentino decidió fichar al que sería tercer entrenador esa temporada: Vanderlei Luxemburgo. Además, en el mercado de invierno se hizo con los servicios de Gravesen, un centrocampista danés con carácter ofensivo, pero que llegaba al Real Madrid para realizar funciones de pivote.

Había muchas dudas, pero Luxemburgo hizo lo que debía: colocó a los futbolistas en sus posiciones naturales (excepto a Gravesen, claro) el Real Madrid empezó a funcionar y los blancos culminaron la mejor segunda vuelta de toda Europa. Eso sí, el día que tocó jugar contra el Barcelona, les metimos cuatro, dándoles un repaso de arriba a abajo tanto en juego como en intensidad.

Estoy de acuerdo en que Beckham en una banda, Zidane con libertad de movimientos, Ronaldo implicado y Raúl y Owen perfectamente insertados en ese organigrama con tremendo potencial de ataque, con Gravesen cumpliendo y Roberto Carlos en plenitud, es hablar de una calidad con la que hoy desgraciadamente no contamos. Pero la goleada endosada al Barcelona se debió muchísimo más a la actitud que a la mencionada calidad. Luego los árbitros, en su línea de los últimos años, intervinieron y no dejaron al Real Madrid culminar la remontada, pero el Real Madrid dejó patente quién era el mejor.

Esta temporada me recordaba mucho a aquella. Cambio de entrenador en diciembre, fichajes de invierno que funcionan, la mejor segunda vuelta de toda Europa, arbitrajes escandalosos a favor del Barcelona... La diferencia es que el Real Madrid de Luxemburgo ratificó su superioridad en su enfrentamiento contra los azulgrana mientras que el Madrid de Juande dio absoluta vergüenza.

Tres cosas han sido santo y seña en este Real Madrid desde que Juande Ramos se sentó en el banquillo: defensa insuperable, orden táctico y todo el pundonor del mundo. Ayer no vimos ninguna de ellas. Bueno, siendo justos, hay una cuarta característica en el Real Madrid de Juande: se hunde cuando la importancia del partido es definitiva.

El Real Madrid de ayer fue el mismo que se enfrentó al Liverpool: desconcierto táctico, excesivas facilidades en defensa, Gago muy solo en el centro del campo y muy pocas ayudas (por no decir ninguna) al futbolista que llevaba el balón. Contra el Liverpool el Real Madrid jugó como un equipo de Segunda B, lo mismo que anoche frente al Barcelona, de forma que un día nos metieron cuatro y otro seis.

Cojamos el partido del Sánchez Pizjuán. Dada la potencia en el centro del campo que suele exhibir el Sevilla, Juande situó a dos medios-centro, un media-punta y dos hombres de banda. Para ello tuvo que sacrificar a un delantero, pero no por ello el Real Madrid se convirtió en un equipo defensivo. De hecho, realizó el mejor partido en la era Juande, marcando cuatro goles a domicilio con un fútbol de altura. Llega el Barcelona, otro equipo cuya fuerza radica no en Messi (como equivocadamente cree nuestro entrenador) sino en sus formidables centrocampistas. Se lesiona Guti, pero ¿por qué cambiar el dibujo? Van der Vaart en el puesto del catorce, Gago y Lass por detrás, Marcelo en una banda, Higuaín en la otra y Raúl de delantero.

Pero no, Juande sólo repitió una cosa con respecto a la goleada de Sevilla: los marcajes individuales que tantos dolores de cabeza nos dieron aquella tarde. "Tengo un plan anti-Messi", se jactaba nuestro técnico. Guardiola decide escorar a Eto'o a la banda, poner a Messi unas veces entre líneas, otras como delantero y Heinze se vuelve loco, porque su misión era marcar al argentino. Con Heinze descolocado y Ramos absolutamente descolocado (fue con mucho el peor del Real Madrid) Metzelder y Cannavaro no llegaban a todo, era imposible. Lass tuvo que abandonar el centro del campo porque el equipo se caía en defensa, Gago volvió a encontrarse totalmente solo, sin ningún apoyo y el Barcelona, con superioridad numérica en el centro del campo, jugó el que posiblemente haya sido el partido más fácil que ha tenido en toda la temporada.

Es curioso lo de Sergio Ramos: participó en los dos goles del Real Madrid, pero aún así insisto: fue el peor del equipo (y el público del Bernabéu, habida cuenta de cómo lo despidió, opina lo mismo). Todos sabemos lo que ocurre cuando Robben juega por delante de Ramos: la forma de jugar del holandés es intentar diagonales hacia dentro; Ramos no ve a nadie por delante de él y sube el carril derecho como un caballo desbocado. Ahí queda un hueco enorme, que Henry aprovechó una y otra vez. De hecho, por allí perdimos el partido. Se va a hablar mucho de la superioridad del Barcelona en los próximos días, como se hizo en su día con el Liverpool, pero nadie comentará que anoche el Real Madrid regaló el partido, de ahí la goleada.

Henry libre de marca, Lass intentando cubrirle, agujero en el centro del campo, consecuencia de ello Xavi e Iniesta jugando libres de marca, Cannavaro atendiendo más a las subidas de Henry que al centro de la defensa, Metzelder atento a las entradas de Eto'o por la izquierda ya que Heinze no paraba de perseguir a Messi, Gago teniendo que jugar casi de central para echar una mano y el centro del campo vacío. Raúl e Higuaín sin recibir un balón, Marcelo cubierto por dos defensas cada vez que intentaba una incursión en banda y Robben cubierto por tres.

Hablando de Robben: me he metido mucho con el holandés y creo que con razón, pero ayer demostró tener una valentía a prueba de bomba. Para un día en que levantaba la cabeza (lo hizo varias veces) se encontraba sin ningún apoyo, rodeado de rivales. Así que, lo intentó como pudo, de forma que se convirtió en el único peligro visible del Real Madrid. En tres o cuatro ocasiones dejó sentados hasta a tres rivales, pero continuaba sin apoyos, sin alguien a quien dar el ansiado pase de gol y todo su esfuerzo terminó resultando infructuoso.

Así pues, aunque el Real Madrid comenzó marcando, a los dos minutos el Barcelona empataba: Henry absolutamente solo por un doble fallo de Ramos (primero en la marca y segundo al intentar despejar a lo Roberto Carlos en lugar de meter la cabeza) bate a Casillas. El 1-2 llegó muy poquito después: Henry, otra vez completamente solo, entra por banda izquierda; Lass llega tarde, el francés lo regatea y Cannavaro comete falta. En el lanzamiento de la misma, Puyol, absolutamente solo remata a placer casi en la frontal del área pequeña. Vamos a ver: ¿no nos estamos jugando la temporada en este partido? Entonces ¿cómo, en el nombre de lo más sagrado, se permite a un enano rematar a placer de cabeza en el saque de algo parecido a los penalti-córner de hockey hierba? Después Puyol demostró ser una mala persona y un bicho con su forma de celebrar el tanto, pero ¿qué se puede esperar de quien se niega a cantar "Que viva España" con sus compañeros de selección tras ganar la Eurocopa?

No saber mantener un 1-0 es algo a lo que Juande no nos tiene habituados pero el desbarajuste del equipo era tal, que todos sabíamos lo que se nos venía encima. El tercero llegó porque Lass perdió un balón al más puro estilo Makelelé, es decir, en campo propio con el equipo lanzado al ataque. No voy a echar toda la culpa a Lass ya que el pobre se hallaba solo frente a dos rivales, sin ningún compañero a quien echar la pelota, pero ese regalo puso al Barcelona con ventaja de dos goles y hundió al Bernabéu.

Empieza la segunda mitad y en el Real Madrid no se atisba cambio alguno (¿es que Juande no vio la primera mitad?). Robben bota una falta y Ramos marca de cabeza, 2-3. El público vuelve a crecerse, pero la alegría apenas duró unos instantes: nuevamente Ramos, que creía que ayer no debía defender, habilita la posición de Henry (la mala práctica del fuera de juego del Real Madrid fue como para ponérsela a los niños en las escuelas de fútbol para que aprendan cómo no se debe hacer). Y llegó el 2-4.

Juande intentó reaccionar, pero mejor si se hubiera estado quieto, porque decidió quitar una de las bandas (Marcelo) para poner en liza a otro delantero (Huntelaar). Señor Ramos, ¿en qué escuela de entrenadores aprendió usted? Lo digo para cerrarla a cal y canto. En un partido en que el balón no llega a los delanteros, nuestro técnico decide quitar a un centrocampista para dar entrada a un ariete... Sin comentarios.

El partido terminó como un set de tenis, 6-2, pero pudo haber sido mucho peor. Afortunadamente Casillas, por mal que estén las cosas, siempre demuestra que es el mejor portero del mundo. Pero también fue culpa de los propios culés el no agigantar más la goleada. Todos sabemos la calaña de muchos de estos personajillos que no se han visto en otra igual: golear al Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Así que desperdiciaron muchas ocasiones por intentar hacer encaje de bolillos. Tratar de reírse del rival cuando le estás endosando una goleada lo dice todo: muchos de los futbolistas del FC Barcelona son gentuza. Los desmanes de Piqué cuando marcó el sexto, los desaires de Puyol cuando materializó el segundo... Es curioso: quien rompió el partido a favor del Barcelona fue Henry gracias a todas las facilidades que los dos Ramos (Sergio y Juande) le ofrecieron y se mostró respetuoso y completamente educado. ¿No es mejor así? ¿No da más sensación de grandeza? Pero lo típico en el Barcelona es más bien lo de Eto'o y Alves, intentando reírse de su rival cuando peor le van las cosas. Aunque a Alves la risa le duró poco ya que Van der Vaart, harto de tanta tontería, le propinó una buena patada para que dejara de ser tan cretino.

Por fin el partido terminó, siendo el público el único que dio muestras de la categoría del Real Madrid, con un respeto exquisito (nada de cochinillos ni insultos ni botellazos ni todas esas cosas que suelen verse en Barcelona). Los culés en el campo, a pesar de que los nuestros les dieron la mano de forma educada, intentando la provocación, dando la medida de lo pequeños que son en verdad.

Lo de ayer se resume en una frase: regalamos el partido. Puedo entender una derrota si das todo lo que tienes pero el rival te supera. Lo que no me entra en la cabeza es entregar el partido. Ayer no nos ganó el Barcelona: les servimos el partido en bandeja, tanto por la mala puesta en escena orquestada por Juande Ramos como por la mala actitud de algunos futbolistas, es decir, exactamente igual que en Liverpool.

Esto, en el Real Madrid, no se debe consentir, razón por la cual rodarán cabezas. Seguramente pagarán justos por pecadores, pero esta dolorosa derrota marcará un punto de inflexión en el devenir de nuestro club.

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