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viernes, 18 de junio de 2010

Mundial 2010: Día 7, el hat-trick de Higuaín

Parece ser que no todas las noticias deportivas de este año van a ser malas. Lo digo porque los seguidores de Los Angeles Lakers estamos de enhorabuena, ante la victoria esta madrugada de Koby, Pau y compañía frente al eterno rival, los Boston Celtics, quienes ya nos ganaron hace dos años. Si en aquel momento los Lakers también hubiesen ganado, estaríamos hablando de un three-peat, que viene a ser lo que el hat-trick en fútbol, pero con entorchados NBA.

Hablando de Hat-trick: tres golitos de Higuaín y Argentina clasificada. Para los que tan a menudo ponen en duda las habilidades del Pipita, una pregunta: ¿no os cansáis de no tener razón? Porque Higuaín responde siempre de la misma manera, con goles (esos que todavía no ha marcado Messi en el mundial).


Así pues comenzaremos el resumen de la jornada de ayer con la goleada que Argentina infligió a Corea del Sur. Supongo que no hace falta decir que ante dicho partido, un servidor era más argentino que los propios argentinos. En mis 35 años, las mejores Españas que yo he visto (siempre desde mi modesta opinión) fueron la de México 86 y la de Corea-Japón 2002. Hace poco volví a ver íntegro el España - Brasil de 1986 y no sólo fue el golazo de Michel que no subió al marcador, sino todo tipo de agresiones cometidas por los brasileños sin castigo por parte del árbitro. Fue una vergüenza, un escándalo, porque aquel día Brasil no habría podido con España. Desde entonces, cada vez que hay un "derby" Argentina - Brasil, me vuelvo blanquiazul (si dudáis del golazo de Michel, echad un ojo a la foto).


Pero lo de Corea fue más grave: marcamos dos goles, fueron anulados, se cortaron numerosas oportunidades de contraataques claros porque el árbitro pitaba "peligro" y caímos en los penaltis (igual que en México frente a Bélgica).

La actual selección española no llega a aquellas dos ni a la suela de los taquitos de las botas de fútbol. En México (foto) estaba la Quinta del Buitre en plan estratosférico (además de Gallego y Camacho) y en Corea-Japón teníamos a Hierro, Raúl y Morientes. No se les dio la bola que actualmente tienen estos, entre otras cosas porque la prensa ve a esta selección como una extensión de cierto equipo de fútbol presidido, hasta hace poco, por un gran enemigo de España al que le ríen todas las gracias, insultos y delitos contra la corona. Pero aquellos les habrían metido a estos, como dice un gran amigo mío, "la del pulpo".


Pero hablábamos de Argentina. Es la diferencia entre un campeón y un aspirante: seis puntos en dos partidos, cinco goles a favor, uno en contra, sin despeinarse demasiado y permitiéndose el lujo de cometer tarjetas para que los titulares "descansen" durante la tercera jornada y pasen limpios a octavos (todos excepto Mascherano que, incomprensiblemente, efectuó acción de tarjeta con el partido ya sentenciado).

Hay que decir que Maradona y los suyos deberán elevar el nivel de su juego, porque ayer se lo tomaron con mucha calma (lo mismo que durante la segunda parte frente a Nigeria). El primer tanto llegó en propia puerta (no sé en qué estaba pensando el defensa coreano que despejó/remató ya que era un balón al que no llegaba ningún argentino) y el partido se puso de cara. Después llegó el primero de Higuaín pero, con 2-0, cuando todo parecía sentenciado, De Michelis, en un exceso de confianza, regaló de forma totalmente censurable por la falta de atención, el 2-1 en el descuento de la primera mitad. Viendo la cara de Heinze cuando su equipo encajó el mencionado gol, no me habría gustado estar en la piel de De Michelis durante el descanso.


Pero en la segunda mitad, Argentina, haciendo gala de una encomiable fiabilidad ofensiva, marcó otros tres (con el consabido Hat-trick del madridista Higuaín) y fabricó ocasiones para, al menos, haber doblado sus guarismos.

Otro de los destacados fue Messi (vamos a ser justos) que si bien no está fino de cara a puerta, trabaja mucho recuperando balones en campo contrario, asiste muy bien a los compañeros y se muestra incansable durante todo el partido. Maradona saca lo mejor de Messi, al ubicarlo como media-punta de largo recorrido (si en su club lo relegan a una banda, será porque su técnico no es ese tipo tan inteligente que todos creen, sino un favorecido por el Villarato).


Tras el festín de Argentina, llegó el Grecia - Nigeria, un partido tan loco como absurdo y, quién lo iba a decir, entretenido. Grecia se presentaba a su quinto partido en la historia de los mundiales, sin haber logrado nunca ningún gol. Enfrente una Nigeria que, por declaraciones previas, iba bastante sobrada ante el choque contra los helenos.

La verdad es que motivos no les faltaban viendo el inicio del partido: los griegos, igual que en su primer partido contra Corea del Sur, pululaban por el campo como si con ellos no fuera la cosa. En una jugad a balón parado, Kalu Uche adelantó a los suyos al cuarto de hora y, vista la actitud de los futbolistas de Grecia, me entraron ganas de apagar la tele y dedicarme a otra cosa.

Afortunadamente seguí con el visionado del partido porque, en una acción inexplicable, Kaita se autoexpulsó al propinar una patada a Torosidis (éste le echó cuento, pero la patada existió) en una acción de banda casi en el centro del campo. Absurdo, incomprensible, ilógico, disparatado, descabellado, necio, irracional, injustificable, inconcebible... Podéis aplicar el adjetivo que más os guste, porque ni venían de un pique, ni se trataba de una acción de peligro, ni había tensión en el partido.

El caso es que Kaita metió a Grecia en el cuentro. Ya se sabe lo competitivos que son en este país, así que, en cuanto se dieron cuenta de su superioridad numérica, cambiaron estilo de juego y actitud y encerraron a los africanos en su área hasta que consiguieron la victoria. Los mismos adjetivos de antes se pueden aplicar a la actitud de los griegos antes de la expulsión, ya que uno no entiende por qué no se lo estaban tomando en serio.


El primero en tomar cartas en el asunto fue Otto Rehhagel, que efectuó un cambio ofensivo al minuto de la expulsión, dando entrada a Samaras por Papastathopoulos. Grecia imprimió velocidad a su juego, se hizo con el control del balón y las ocasiones comenzaron a sucederse. El primer gol llegó a los diez minutos de la expulsión, obra de Salpigidis; el segundo se hizo algo más de rogar (minuto 71) y fue un tanto sangrante, ya que se consiguió por culpa de una mal rechace del extraordinario meta Enyeama, aprovechado por otro que ve videos de don Raúl González Blanco para saber cómo anticiparse a las defensas rivales: Torosidis. El bueno de Enyeama es, de momento, el mejor portero del mundial, pero este error, posiblemente, le pase factura.

De todos modos, el gran culpable fue Kaita, que demostró cómo una expulsión absurda puede cambiar el ritmo de un partido que parecía totalmente sentenciado. Casi con seguridad, esta derrota le costará la clasificación a Nigeria.

Nos queda el supuesto plato fuerte del día: Francia - México. Ya comenté que con los franceses, el resultado final se me antojaba de 0-0. La razón es que la selección gala no tiene pegada, pero sí defienden de forma bastante ordenada, cosa que hacen desde el centro del campo. Así que son incómodos, pero poco peligrosos.


Pero México no quería ni oír hablar de empates, así que salió desde el primer momento a por el partido (si hubiesen hecho lo mismo contra la débil Sudáfrica, ahora estarían clasificados con seis puntos). Aún así, la primera mitad terminó con el previsible empate a cero que ya anunciábamos.

En la segunda parte, México intensificó el ritmo y comenzó a dominar el juego (en la primera mitad la posesión había sido para Francia). Así en el minuto 64, Hernández (en claro fuera de juego) a pase de Márquez, batió al guardameta Hugo Lloris. El segundo llegó a falta de diez minutos, al transformar el ancianito Cuauhtémoc Blanco un claro penalti cometido por Abidal sobre Barrera.


Con el 0-1 la remontada era factible, habida cuenta de la bajísima calidad del portero mexicano Óscar Pérez, pero sin tirar a puerta es imposible. Es aquí donde me gustaría reflejar una gran realidad sobre Franck Ribery: es un futbolista tan sobrevalorado en Francia como lo es John Terry en Inglaterra. No digo que sea malo, pero se queda en un futbolista con buena técnica y poco más. Es incapaz de echarse al equipo a la espalda y tampoco organiza el juego; se limita a hacer lo que Eto'o con su selección: quedarse en una banda y poco más. En el partido frente a México vimos un ejemplo claro de su incapacidad en momentos clave: corría Ribery con el balón controlado y mucho espacio, en una de las poquitas contras en las que Francia pilló a México; Anelka, por delante de él, traza el desmarque con muchas opciones de quedarse solo ante el meta rival. ¿Qué hizo Ribery? Siguió tocando y tocando el balón hasta que Anelka quedó en fuera de juego y él rodeado por contrarios. Una acción excesivamente torpe para que todavía haya algunos franceses que sigan diciendo que es el heredero de Zidane. Y eso por no hablar de la cantidad de jugadas a balón parado que Ribery ejecutó como un auténtico amateur.

A mí es que me da la risa con estos franceses. Abuchean a Rafa Nadal (pues toma, quinto Roland Garros y encima haciendo gala de una perfecta educación), pero ven en Ribery a un crack. Peor para ellos. El caso es que, si Francia queda fuera del mundial a las primeras de cambio, se hará justicia. Recordad si no, cómo se produjo su clasificación para Sudáfrica 2010: gol de un barcelonista con la mano, es decir, lo de siempre.


Por último: ¿quién es el mejor jugador de la jornada? ¿Quién si no? El Pichichi del Mundial y actual delantero centro del Real Madrid, el Pipita Higuaín. Seguro que a muchos, como el infame Carlos Martínez de Canal Plus (según él todos los goles de Higuaín fueron ilegales) les estará picando todo.

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