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Si el último partido de liga frente a la Real Sociedad fue una gozada, por los goles y el buen juego, éste, a pesar de haber logrado un único tanto, también. El Real Madrid, con uno menos desde el segundo minuto de partido, ha arrollado al Espanyol, de tal manera que los locales todavía deben dar gracias por no haber recibido un marcador más abultado.
La desventaja durante todo el partido no sólo ha sido la inferioridad numérica, sino también el arbitraje. Sin entrar a valorar la acción de Casillas, excesiva a todas luces dada la categoría del árbitro (recordad que Mateu Lahoz no pita la mitad de las faltas que se producen), ha habido un mínimo de dos penaltis, uno sobre Khedira y otro por mano de Javi López, además de otros quizá no tan claros, pero igual de sancionables, casi siempre por agarrones dentro del área.
El Barcelona se deja dos puntos y, menos de veinticuatro horas después, nos expulsan a Casillas en el minuto dos. ¿Villarato? Ya lo creo.
La desventaja durante todo el partido no sólo ha sido la inferioridad numérica, sino también el arbitraje. Sin entrar a valorar la acción de Casillas, excesiva a todas luces dada la categoría del árbitro (recordad que Mateu Lahoz no pita la mitad de las faltas que se producen), ha habido un mínimo de dos penaltis, uno sobre Khedira y otro por mano de Javi López, además de otros quizá no tan claros, pero igual de sancionables, casi siempre por agarrones dentro del área.
El Barcelona se deja dos puntos y, menos de veinticuatro horas después, nos expulsan a Casillas en el minuto dos. ¿Villarato? Ya lo creo.
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