Lo de ayer no se puede consentir. Como futbolista que he sido, entiendo que cuando no te juegas nada en un partido sea difícil mantener la concentración, pero esto no es un equipo cualquiera, es el Real Madrid y aquí se debe ser profesional independientemente del carácter que tenga el encuentro, sólo por una razón: siempre hay que dignificar la camiseta del Real Madrid.
Si a la indolencia reinante le sumamos que futbolistas que casi nunca fallan, como Cannavaro y Casillas, anoche lo hicieron en los primeros 45 minutos (afortunadamente en la segunda mitad ambos espabilaron, si no podría haber caído una goleada), obtenemos el resultado final: 3-0 para el Valencia, resultado que utilizarán como revancha del 1-5 que le endosamos el año pasado.
No hay mucho que analizar con respecto al partido, así que comenzaré por la parte más importante, aquélla a la que Juande Ramos no presta la debida atención: el centro del campo. Gago y Javi García no terminaron de entenderse. Los dos iban a lo mismo: intentar poner parches defensivos por todos los sitios dado el desbarajuste reinante. Entonces, ¿quién se encargaba de la transición defensa-ataque? Nadie, de forma que el Real Madrid estaba partido en dos: medio equipo defendiendo, medio atacando y un agujero de proporciones cósmicas entre ambos.
Así no se puede jugar al fútbol. El Valencia se plantaba con facilidad en el área de Casillas, los defensas no parecían tener la tensión adecuada y los chés se fueron al descanso con una ventaja de dos goles, la cual parecía insalvable si muchos de los nuestros no cambiaban de actitud... Y no cambió.
Bien es cierto que en el minuto 36 el Valencia debió quedarse con un hombre menos, dada la escalofriante entrada que Robben recibió por parte de Alexis (ver foto), por detrás, sin posibilidad de llegar al balón y con una fuerza brutal y desmedida. Pero todos sabemos que este año está prohibido que expulsen por roja directa a nadie que se enfrente al Real Madrid. Sin embargo, recordar que en la temporada pasada, en dicho minuto 36 ya ganábamos por 0-4, le quitan a uno hasta las ganas de protestar.
Contuvimos mejor en los segundos cuarenta y cinco minutos al Valencia (fruto, como digo, de la mejoría de Cannavaro y Casillas). ¡Pero es que íbamos perdiendo! No me sirve defender bien si los guarismos marcan un 2-0 en contra.
Raúl se dio una paliza. De hecho gracias a él llegamos a contar con alguna que otra ocasión de gol. Un par de movimientos sin balón marca de la casa (esos movimientos que los miopes que critican a nuestro capitán ni ven ni saben que existen) consiguieron que Marcelo una vez e Higuaín otra dispusieran de alguna que otra posibilidad de abrir el marcador visitante, pero no se consiguió.
El caso es que los hombres de ataque lo intentaron. No les quedaba otra que el recurso de la individualidad ya que no había apoyos, pero, al menos, hay que reconocerles eso. Robben se mostró incansable, Higuaín nunca perdió la cara a sus rivales y Marcelo trataba de combinar en el centro con alguien, que casi siempre solía ser Raúl. Pero claro, si Raúl baja hasta el centro para realizar esa labor de unión entre defensa y ataque que nadie llevaba a cabo, se pierde el máximo apoyo en ataque y, dado que el balón llegaba muy poco a las postrimerías de César, cuando Higuaín, Robben o Marcelo contaban con él, debían jugársela a la heroica, es decir: uno contra todos.
Juande reaccionó como de costumbre, muy tarde, dando entrada a Van der Vaart. Sin embargo, lo hizo sustituyendo a uno de los centrocampistas, Javi García, con lo que no ganamos demasiado. Debería haber afianzado el centro del campo, no sustituir a un mediocampista de vocación defensiva por otro ofensivo para que cumpliera su labor. Y Van der Vaart defendió todo lo que pudo (¿no íbamos perdiendo?), pero la táctica no se modificó y él, donde rinde, es en ataque.
Al final llegó el tercero, un gol magnífico de Baraja, tanto por su ejecución como por la falta de defensas a su alrededor (se incorporó desde atrás solo y nadie fue a por él) y así, finalizó el encuentro.
Luego tenemos bonitas palabras de varios de los protagonistas, del tipo "hay que mostrar respeto a esta camiseta", "debemos ser profesionales y darlo todo aunque ya no nos juguemos nada" y cosas por el estilo... Pero en el campo se vio lo que se vio y si continuan así, todo el esfuerzo realizado durante la segunda vuelta, se verá olvidado para que simplemente se recuerde que perdimos la liga al caer goleados en el Bernabéu frente al máximo rival.
Una pena.
Si a la indolencia reinante le sumamos que futbolistas que casi nunca fallan, como Cannavaro y Casillas, anoche lo hicieron en los primeros 45 minutos (afortunadamente en la segunda mitad ambos espabilaron, si no podría haber caído una goleada), obtenemos el resultado final: 3-0 para el Valencia, resultado que utilizarán como revancha del 1-5 que le endosamos el año pasado.
No hay mucho que analizar con respecto al partido, así que comenzaré por la parte más importante, aquélla a la que Juande Ramos no presta la debida atención: el centro del campo. Gago y Javi García no terminaron de entenderse. Los dos iban a lo mismo: intentar poner parches defensivos por todos los sitios dado el desbarajuste reinante. Entonces, ¿quién se encargaba de la transición defensa-ataque? Nadie, de forma que el Real Madrid estaba partido en dos: medio equipo defendiendo, medio atacando y un agujero de proporciones cósmicas entre ambos.
Así no se puede jugar al fútbol. El Valencia se plantaba con facilidad en el área de Casillas, los defensas no parecían tener la tensión adecuada y los chés se fueron al descanso con una ventaja de dos goles, la cual parecía insalvable si muchos de los nuestros no cambiaban de actitud... Y no cambió.
Bien es cierto que en el minuto 36 el Valencia debió quedarse con un hombre menos, dada la escalofriante entrada que Robben recibió por parte de Alexis (ver foto), por detrás, sin posibilidad de llegar al balón y con una fuerza brutal y desmedida. Pero todos sabemos que este año está prohibido que expulsen por roja directa a nadie que se enfrente al Real Madrid. Sin embargo, recordar que en la temporada pasada, en dicho minuto 36 ya ganábamos por 0-4, le quitan a uno hasta las ganas de protestar.
Contuvimos mejor en los segundos cuarenta y cinco minutos al Valencia (fruto, como digo, de la mejoría de Cannavaro y Casillas). ¡Pero es que íbamos perdiendo! No me sirve defender bien si los guarismos marcan un 2-0 en contra.
Raúl se dio una paliza. De hecho gracias a él llegamos a contar con alguna que otra ocasión de gol. Un par de movimientos sin balón marca de la casa (esos movimientos que los miopes que critican a nuestro capitán ni ven ni saben que existen) consiguieron que Marcelo una vez e Higuaín otra dispusieran de alguna que otra posibilidad de abrir el marcador visitante, pero no se consiguió.
El caso es que los hombres de ataque lo intentaron. No les quedaba otra que el recurso de la individualidad ya que no había apoyos, pero, al menos, hay que reconocerles eso. Robben se mostró incansable, Higuaín nunca perdió la cara a sus rivales y Marcelo trataba de combinar en el centro con alguien, que casi siempre solía ser Raúl. Pero claro, si Raúl baja hasta el centro para realizar esa labor de unión entre defensa y ataque que nadie llevaba a cabo, se pierde el máximo apoyo en ataque y, dado que el balón llegaba muy poco a las postrimerías de César, cuando Higuaín, Robben o Marcelo contaban con él, debían jugársela a la heroica, es decir: uno contra todos.
Juande reaccionó como de costumbre, muy tarde, dando entrada a Van der Vaart. Sin embargo, lo hizo sustituyendo a uno de los centrocampistas, Javi García, con lo que no ganamos demasiado. Debería haber afianzado el centro del campo, no sustituir a un mediocampista de vocación defensiva por otro ofensivo para que cumpliera su labor. Y Van der Vaart defendió todo lo que pudo (¿no íbamos perdiendo?), pero la táctica no se modificó y él, donde rinde, es en ataque.
Al final llegó el tercero, un gol magnífico de Baraja, tanto por su ejecución como por la falta de defensas a su alrededor (se incorporó desde atrás solo y nadie fue a por él) y así, finalizó el encuentro.
Luego tenemos bonitas palabras de varios de los protagonistas, del tipo "hay que mostrar respeto a esta camiseta", "debemos ser profesionales y darlo todo aunque ya no nos juguemos nada" y cosas por el estilo... Pero en el campo se vio lo que se vio y si continuan así, todo el esfuerzo realizado durante la segunda vuelta, se verá olvidado para que simplemente se recuerde que perdimos la liga al caer goleados en el Bernabéu frente al máximo rival.
Una pena.
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