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domingo, 4 de octubre de 2009

Mal inicio en baloncesto


Todavía estoy mosqueado por lo que vi, ayer tarde, en el partido que enfrentó al Real Madrid contra el Regal Barcelona (nos tienen tanta envidia que hasta la propaganda es "casi real") para dirimir la Supercopa de baloncesto.

Son varias cosas las que me tienen frito, las cuales se pueden resumir en dos: plantilla y árbitros. Vayamos recapitulando.

A falta de 17 segundos para el final del encuentro, el jugador más sobrevalorado en la historia del baloncesto español (y que ayer las enchufaba todas) Juan Carlos Navarro, disponía de dos tiros libres para sentenciar el choque a su favor (el Real Madrid perdía por dos puntos). Pero he aquí que Navarro falló los dos lanzamientos (vamos, que comenzó a fallar en el momento crucial) y el Real Madrid se hizo con el rebote. Faltaban 17 segundos, por lo que se podía efectuar un ataque en toda regla. Las opciones debían ser dos: buscar la prórroga con canasta interior de Garbajosa (creo que era lo más sensato) o intentar resolver con un triple del gran Bullock (teniendo en cuenta que ayer no fue su día, era un riesgo).

Pero no contábamos con que el base del equipo era Prigioni. Para entender cómo es este baloncestista, baste decir que es la prolongación de Makelelé en una cancha de baloncesto, a saber: muy buen defensor, pero un auténtico inútil a la hora de pasar el balón. La bola no le duró al Real Madrid ni cinco segundos, ya que este zopenco (y Raúl López en Rusia...) la regaló de forma lamentablemente torpe a los rivales, que sentenciaron con un contraataque sin oposición.

Mucho tardó el entrenador del Regal Barcelona en darse cuenta, pero al final del tercer cuarto entendió que si cerraba a Prigioni la posibilidad de conectar con el poste alto, el base madridista no sabía qué hacer con el balón. Recuerdo la época en la que se acusaba a José Miguel Antúnez de no saber leer un ataque. Evidentemente Antúnez no era Corbalán ni Llorente, pero al menos sabía esperar a que Sabonish se situara para entregarle el balón, cosa que no se puede pedir a este inútil de Prigioni (lo siento, pero fui base muchos años y lo de este tío es para enervar a cualquiera). A partir de ahí las pérdidas de posesión madridistas causadas por la incompetencia de Prigioni para dirigir el ataque y las ayuditas arbitrales (cuatro consecutivas en forma de dos personales inventadas, unos pasos no pitados y un tremendo zarpazo sobre Reyes sin castigo) consiguieron que los diez puntos de ventaja con que el Real Madrid gozaba al final del tercer cuarto se redujeran a la mínima expresión: cero.

El partido jamás debió haber llegado a los últimos minutos con los guarismos igualados, ya que el Real Madrid se mostró mejor que los azulgrana, a pesar de que parecían tener lo que vulgarmente se conoce como "una flor en el culo", ya que consiguieron varios triples desde ocho metros o más en el último segundo de posesión y tirando casi sin mirar.

Pero llegó uno de los grandes problemas de nuestro equipo: la Reyes-dependencia. En ataque tenemos juego interior, ya que Garbajosa, ofensivamente, sigue siendo un pívot de mucha calidad (y no me refiero a su buen tiro exterior, sino a esos movimientos de espaldas al aro que tan bien ejecuta). Pero en defensa, el único que da equilibrio es Reyes. Los minutos en los que el pívot no estuvo en cancha, el Barcelona se hartó a coger rebotes en ataque. Desconozco si contamos con más hombres altos de los que ayer puso Messina en liza, pero más vale, porque sólo con Reyes no podemos optar a los grandes títulos.

Muchas veces he comentado que, en fútbol, un árbitro te puede hacer la Pascua de mil maneras: cortando contraataques pitando faltas inexistentes en el centro del campo, no concediendo leyes de la ventaja, equivocándose en un saque de banda que montaría un peligroso contraataque, poniendo tarjetas amarillas o perdonando otras en lugares remotos del campo... Pues en baloncesto, esa labor oscura para ir minando la resistencia de un equipo se puede hacer mucho más descarada. Dos de las cuatro faltas personales pitadas a Felipe Reyes fueron un auténtico invento. Una se la pitaron en los primeros momentos, cuando se supone que no pasa nada, pero claro, con el desgaste que Felipe debe hacer dada la incompetencia del resto para rebotear en defensa, cualquier falta extra motiva que deba sentarse en el banquillo. También sucedió con Bullock, que tuvo exceso de banquillo por obra y gracia arbitral (y lo padecimos con Prigioni en el campo).

Lo del arbitraje en baloncesto es tan vergonzoso como en fútbol. Los paralelismos están claros: al Barcelona sólo se le pitará una de cada cinco faltas que cometa en ataque (igual que con las tarjetas amarillas en el balompié) y nunca jamás se le pitarán pasos, aunque éstos sean suficientes como para recorrer el camino de Santiago (es decir, como las rojas a Dany Alves, Puyol, Piqué y demás terroristas azulgranas). Así es mucho más fácil, ¿verdad?.

En fin, que estoy mosqueado. Tenemos un base sin visión de juego, sólo tenemos un pívot para defender y así las cosas, dependemos en exceso del acierto de nuestros tiradores (al menos de eso tenemos en abundancia).

Plantilla descompensada. A menos que don José Martínez me informe de que contamos con más jugadores que los de ayer, con esto no basta. ¿No íbamos, por fin, a cerrar la larga y negra racha del basket? De momento vamos por mal camino. Veremos cómo acaba.

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